Dos semanas de pedaleo por el sur del Tirol y los Dolomitas. Una ruta espectacular que discurre por excelentes carriles bici, cruza pueblos preciosos y atraviesa impresionantes paisajes alpinos. Quizás el mejor viaje en bici que hemos hecho nunca.

 

La primera parte de la ruta discurre por el Sudtirol, y en concreto por la provincia del Alto-Addagio. Es una zona muy peculiar, anexionada a Italia tras la primera guerra mundial, fruto de la división de la histórica región del Tirol hasta entonces perteneciente al imperio Austrohungaro, ha sufrido un proceso de "italinaización" a lo largo del último siglo en el que sin embargo no ha perdido su carácter germano. Alrededor del 70% de la población tiene el alemán como lengua materna, lo que unido ha su riqueza (tiene el mayor PIB per cápita de Italia) hace que a veces uno tenga la impresión de estar en Suiza, con sus chalets alpinos llenos de geranios, las fachadas impecables y las calles impolutas. La influencia germana se nota también en una red de carriles bici que nada tiene que envidiar a sus vecinos del norte: asfaltados, separados del tráfico a motor, y perfectamente mantenidos, hacen que rodar por esta zona sea una gozada.

 

Sin embargo, en las distancias cortas aparece el influjo mediterráneo. La comida, el trato de la gente, la forma de vestir, las sobremesas, los niños jugando a futbol en las plazas, los helados: mil detalles que te recuerdan continuamente que estas en Italia.

 

A esta multiculturalidad que ha sabido extraer lo mejor de cada mundo, hay que añadir un entorno natural inigualable. Los Dolomitas son diferentes del resto de los Alpes; con sus macizos montañosos tremendamente escarpados y sus características agujas de roca caliza que se alzan entre amplios valles de prados y bosques.

 

Es una zona turística, con muchos servicios, pero explotada con criterio y buen gusto.

 

La segunda parte de la ruta deja Italia para adentrarse en el Tirol austriaco. Los pueblos se vuelven mas anodinos, las fachadas mas grises y la gente mas distante, pero los valles y montañas siguen siendo espectaculares.

 

Salzburgo es la guinda del viaje, una pequeña ciudad con mucho que ver donde descansar un par de días antes de terminar las vacaciones.

 

 

 

 

Además de este reportaje también hemos hecho un pequeño vídeo sobre nuestro viaje en bicicleta. Pulsa sobre el icono para verlo

 

 

 

La ruta

 

 

Pasamos mucho tiempo preparando esta ruta, buscando en blogs, buceando en Google Earth, mirando altimetrías de la zona, y fue tiempo bien invertido. El recorrido combina tramos de varias de las rutas para bicicleta mas conocidas que cruzan los Alpes. La Vía Claudia Augusta, la Vía de los Dolomitas, el Alpe Adria Radweg, y otras pequeñas rutas que usamos para enlazarlas. Además hace una incursión de ida y vuelta por la "Vía Lunga delle Dolomiti", que se adentra en lo mas bonito de los Dolomitas.

 

El resultado son cerca de seiscientos kilómetros por carril bici o caminos asfaltados con muy muy poco tráfico.

 

 

 

Pincha sobre el mapa para ver el archivo en Google Earth

 

 

El trazado no es físicamente exigente. Solo hay dos pasos de montaña largos y duros, el Paso de Rescia, y la subida a Mallnitz, pero en ambos hay alternativas en autobús o tren para los mas perezosos.
Además, durante casi todo el trayecto rodamos cerca de lineas férreas en uso, por lo que siempre tienes la posibilidad de subir las bicis al tren si te fallan las fuerzas.

 

 

Como ir

 

 

Una ventaja de la ruta es que aunque en gran parte discurre por Italia, comienza y acaba en Austria, así que hay trenes directos para volver al punto de inicio en menos de tres horas y por 44€ por persona + bicicleta.

 

 

Orientación

 

 

La orientación no es difícil. Los recorridos están señalizados y solo hay que tener cuidado en los puntos en los que se cambia de ruta. Atención también al cambiar de país, o incluso de región, porque cambian las denominaciones y los símbolos de las diferentes rutas ciclistas.

Nosotros llevábamos mapas de la zona, pero en mas de una ocasión, fueron los "tracks" del GPS los que nos sacaron de dudas.

 

 

Alojamiento y comida

 

Tanto la parte italiana como la austriaca son zonas turísticas con una amplia oferta hotelera, pero mas bien caras.

Los hoteles cuestan como mínimo 50-60€ por persona y noche. Muchos no tienen restaurante a la carta, pero ofrecen buenas ofertas de media pensión por unos 10€ al día. Los desayunos están muy bien, y las cenas suelen ser buenas, variadas y copiosas (bufete de ensaladas y verduras, entrante, plato principal y postre, con bebidas sin alcohol incluidas), y como ademas empiezan a partir de las 18:30, puedes desayunar fuerte y temprano, comer ligero durante el pedaleo (un plátano o un bocata), y luego aprovechar para hacer merienda-cena. Así que si cuentas que te ahorras la comida y que la cena esta pagada, al final la opción de la media pensión resulta muy interesante.

 

Si queréis una alternativa mas barata, en vez de hoteles podéis alojaros en pensiones, donde las habitaciones son austeras pero limpias por 30-40€ por persona en habitación doble con un buen desayuno.

 

Y todavía mas baratos son los albergues, pero no hay muchos y salvo que reserves con tiempo están a tope. Nosotros solo encontramos plaza en el albergue internacional de Salzburgo. Limpio aunque algo ruidoso.

 

Camping hay casi en cada pueblo. Normalmente están en las afueras. No tienen bungalows ni nada parecido, así que si queréis usarlos hay que cargar con la tienda y todos los bártulos.

La acampada libre en general no esta permitida ni demasiado bien vista.

 

 

Clima

 

Esta es una buena ruta para hacer en Verano, que es cuando la mayoría tenemos vacaciones. Normalmente las temperaturas son llevaderas. Las máximas no suelen superar los treinta grados.

Aunque puede ser que os toque una semana calurosa, como nos paso a nosotros, y se rocen los cuarenta.

Así que llevaros alguna manga larga pero sobre todo mucha camiseta y pantalón corto.

 

Y por supuesto ropa para el agua, que en esta época son frecuentes las tormentas.

 

 

 

Etapa 0: de Landeck a Nauders

 

 

 

 

Para empezar la ruta fuimos hasta Landeck en coche, y allí cogimos un autobús con remolque para bicis que nos llevo directamente hasta Nauders. La verdad es que nos daba miedo hace toda la subida al Reschenpass (o Passo di Resia) por carretera. En estos pasos alpinos suele haber bastante trafico y muchas veces no hay arcén, así que no suele ser aconsejables compartir tantos kilómetros de agonía con los coches.

 

Sin embargo, una vez allí descubrimos que mientras que el autobús y los coches iban por la carretera "principal", a los ciclistas los desviaban por una viaja carreterita que partía desde Martina.

No sabemos que tal estará la subida, pero tenia buena pinta. Así que si os gusta castigaros subiendo puertos, podéis comenzar dando pedales desde Landeck, seguir el Inn hasta llegar al inicio de la subida, y completar sin ayuda el "Reschenpass".

 

 

 

Etapa 1 : de Nauders a Merano

 

 

 

 

El autobús para en Nauders, bajo el castillo. En seguida vemos las señalizaciones de la Vía Claudia-Augusta. Unos pocos metros de subida hasta los arrastres de la estación de esquí, y comienza un falso llano que nos lleva hasta la frontera con Italia. El día estaba nublado, y de vez en cuando goteaba. El carril bici esta perfectamente asfaltado y en muy buen estado. Coronamos el Reschenpass a mas de 1500 metros. A partir de aquí el recorrido siempre va descendiendo. Se puede rodar a buen ritmo mientras se disfruta de un bonito paisaje de praderas y cumbres alpinas.

 

Tras unos kilómetros se llega al Lago de Resia; un lago artificial que se termino en los años cincuenta pese a la resistencia de los lugareños, y que anegó gran parte del pueblo de Graun, incluida la iglesia del s.XIV, cuyo campanario todavía despunta sobre las aguas.

 

Aunque la ruta ciclista nos mandaba por la orilla izquierda del lago, nosotros queríamos ver el susodicho campanario, así que decidimos rodearlo por la derecha.

 

 

 

Campanario de Graun en el Lago de Resia

 

 

Poco después, lo que había empezado como un calabobos, fue tornándose en un autentico diluvio, así que nos pusimos los chubasqueros, los pantalones impermeables, los cubrecascos, y nos resignamos a pedalear bajo la lluvia.

 

El carril bici en esta zona alterna tramos asfaltados con caminos de tierra en buen estado (y por suerte con buen drenaje).

 

Después del Lago di Resia viene el pequeño Lago della Muta, y tras el, el Valle de Venosta se va cerrando y las praderas dejan paso al bosque de abetos. El carril bici es increíble. Asfaltado, sin baches, incluso pintadas las lineas blancas. El descenso es bastante pronunciado y se va muy rápido. Solo hay que frenar de vez en cuando para cruzar los puentes de madera que nos hacen ir alternando de una margen a otra del Río Adige (o Etsch para los germano parlantes). Pese a la lluvia disfrutamos muchísimos de este tramo. Estos son, sin lugar a dudas, algunos de los mejores kilómetros de carril bici de toda Europa.

 

Poco a poco el descenso se va suavizando, el valle vuelve a abrirse, y aparecen las plantaciones de manzanos (casi un monocultivo en esta zona). El carril bici sigue estando impecable, y aunque el paisaje ya no es tan espectacular, se disfruta también con las vistas de los castillos y pueblos que llenan las laderas.

 

 

 

Panorámica de Merano desde el carril bici. Manzanos en primer plano

 

 

Por suerte, el tiempo fue mejorando poco a poco, y al final de la etapa termino saliendo el sol.

 

A medida que nos acercamos a Merano, la zona esta mas poblada, pero no por ello el carril bici empeora.

 

 

 

 

Para entrar a la ciudad han construido una mini carretera de montaña exclusiva para bicis con ocho "retuertas" que hacen las delicias de los aficionados al ciclismo de carretera, rodando lejos de la autopista y del trafico motorizado.

 

Así, tras casi noventa kilómetros sin compartir ni un metro con los coches, entramos en Merano.

Es una pequeña ciudad balneario a las faldas de los Alpes. Se respira un ambiente vacacional, y como buena ciudad italiana, aunque sea del Norte, tiene esa vidilla mediterránea de bares, restaurantes, terrazas y tiendas, que se refugian de las nieves invernales en los soportales. Después de año y medio viviendo en Alemania, toda una novedad pasa nosotros ...

 

 

Calle de Merano

 

 

 

Etapa 2: de Merano a Bressanone

 

 

 

 

Si en la etapa anterior nos toco lluvia, hoy tocaba sol y cielos azules.

Los treinta primeros kilómetros hasta Bolzano no tienen demasiada historia. Siempre por carril bici asfaltado, vamos cruzando un valle muy poblado, y rodamos siempre cerca de alguna carretera, vía férrea, o en el mejor de los casos, a la orilla del Adige o entre campos de manzanos. Siempre dirección sur y siempre en ligero descenso. Los kilómetros pasan rápido y sin cansarse.

 

 

Llegando a Bolzano giramos hacia el este, y tras la ciudad, a lo lejos, se empiezan a ver algunas cumbres "peladas" que presagian la llegada de Los Dolomitas.

 

Bolzano es una coqueta ciudad de 100.000 habitantes. De nuevo entramos fácilmente por un bonito carril bici. Sorprende la cantidad de bicicletas que encontramos por las calles (parece un trocito de Amsterdam en los Alpes). El centro es muy bonito. Muchas calles peatonales. Muchos restaurantes. Muchas tiendas. Mucha gente sentada en las terrazas, ¡estamos en Italia!

Dedicamos unas horas a callejear y comer en Bolzano, y nos hubiéramos quedado a pasar allí toda la tarde, pero todavía teníamos cuarenta y tantos kilómetros para terminar la etapa.

 

Tras Bolzano dejamos la Vía Claudia Augusta, y ponemos rumbo Norte por el Valle del Isarco (o del Eisack como le llaman en la lengua de Goethe). Remontamos el río por un carril bici que va buscando su sitio entre la carretera, la vía del tren, y la A-22; la autopista que cruza los Alpes hacia Innsbruck. No es que sea una subida dura, pero el viento en contra nos hizo esta segunda parte de la etapa algo pesada.

 

Tras una breve parada par a refrescarnos un poco, por fin llegamos a Bressanone, o mejor deberíamos de decir Brixen, que es como la llaman las tres cuartas partes de sus habitantes que hablan el Alemán como lengua materna.

 

 

 

Bressanone es un pueblo encantador. Para nosotros fue la sorpresa del viaje. Entramos rodando junto al río rodeando lo que fueron las murallas de la ciudad. Por una de sus puertas-torre accedemos al casco antiguo, y a medida que avanzamos por sus callejuelas vamos descubriendo porticadas, plazuelas, iglesias, y mil rincones con encanto.

 

 

 

 

 

Etapa 3: de Bressanone a Dobbiaco

 

 

 

 

La etapa empieza con un par de repechos de cierta entidad que nos ponen el desayuno en la garganta.

Cruzamos sobre la autopista y por una pista de tierra vamos ganando altura adentrándonos en una zona boscosa. El sol aprieta, y se agradece rodar a la sombra de los pinos.

 

 

 

 

 

Al llegar a Fortezza dejamos la ruta del Valle del Isarco y cogemos la llamada Ruta Ciclista del Valle de Pusteria: giramos a la derecha, volvemos a cruzar la autopista, y ponemos rumbo al Este.

 

 

Los primeros kilómetros son subiendo por carreteras locales sin apenas tráfico, y finalmente descendemos al cauce del Rienza donde cogemos un carril bici.

 

Aquí ya no hay autopistas, y todo se percibe mas tranquilo y agradable. Tras unos kilómetros de suave pendiente se llega a Brunico. Después la ruta vuelve a irse por las laderas usando carreteras locales, y tiene de nuevo un par de repechos importantes, que a cambio nos llevan a bucólicos pueblos y con buenas vistas sobre todo el valle.

 

 

 

 

Luego volvemos al cauce del río y retomamos el carril bici que va subiendo poco a poco hasta llegar a Dobbiaco.

 

 

 

Imposible no disfrutar de la etapa con carriles bici como este

 

 

Dobbiaco es la entrada a los Dolomitas de D'Ampezzo. El pueblo es una sucesión de hoteles, pero todos son construcciones tradicionales (o por lo menos las imitan) y están cuidados al detalle. No hay un balcón sin geranios, ni un techo que no sea de madera. Aunque pueda resultar un poco artificial (también podríamos decir que un poco pijo), es un sitio agradable.

 

 

Gran Hotel. Afueras de Dobbiaco

 

 

 

Etapa 4: la Lunga Vía delle Dolomiti

 

 

 

 

La cuarta etapa es de "ida y vuelta". Saliendo de Dobbiaco dirección sur, nos internamos en el corazón de los Dolomitas rodando por "la Lunga Vía delle Dolomiti". Esta "vía verde", igual que sus primas españolas, sigue el trazado de un antiguo tren construido durante la primera guerra mundial, por lo que podremos aprovechar los viaductos y túneles ahora reservados exclusivamente a caminantes y bicicletas. Son unos 65 kilómetros, con mas bajada que subida, y con la posibilidad de volver a Dobbiaco con el "Bike'n Bus": un servicio de autobús con remolque para bicicletas que va uniendo los pueblos por los que pasa este espectacular carril bici.

 

 

 

Carril bici en Dobbiaco dirección a la Vía delle Dolomiti

 

 

Esta es la etapa en la que realmente podréis descubrir el encanto de los Dolomitas, unas montañas muy diferentes del resto de los Alpes, caracterizadas por sus abruptos y aislados macizos montañosos de roca caliza que se distinguen por sus recortadas siluetas plagadas de grietas, agujas y angostas sendas en la roca.

 

La jornada se inicia subiendo por pistas de tierra, pero sin las alforjas apenas se nota el esfuerzo.

 

Rápidamente alcanzamos el "Lago di Dobbiaco" (Doblachsee) ...

 

 

 

Lago di Dobbiaco

 

 

... y después el "Lago di Landro" (Duerrensee).

 

 

 

Lago di Landro

 

 

Tras los lagos llegamos a Carbonin y finalmente coronamos el paso de Cimabanche desde el que tenemos muy buenas vistas de la famosa "Croda Rossa"

 

 

 

Vistas de la "Croda Rossa" desde la vía

 

 

Algunos tramos de pista tienen bastante piedra suelta, y durante un par de kilómetros, unas obras cortaban la vía, lo que nos obligo a un pequeño rodeo por la carretera.

 

Desde el paso comenzamos la bajada hacia Cortina D'Ampezzo; uno de los pueblos mas turísticos y conocidos de la zona.

 

 

 

Panorámica de Cortina D'Ampezzo

 

 

Mas o menos a partir de aquí podemos decir que acaban las pistas de tierra y comienza un carril bici perfectamente acondicionado, que nos llevara por todo el "Valle di Cadore" hasta Calalzo, desde cuya estación de tren sale el autobús que nos llevara de vuelta a Dobbiaco.

 

 

 

Etapa 5: andando por "le Tri Cime di Lavaredo"

 

 

Para esta etapa habíamos planificado dormir en Carbonin, para subir a Misurina en bici y desde allí intentar llegar al refugio de Auronzo (en bus). Pero viendo el día anterior el trafico que tenia la carretera a Misurina, decidimos cambiar el plan: volvimos a Dobbiaco a dormir, y a la mañana siguiente fuimos directamente hasta el refugio con el autobús de linea (sin las bicis)

 

Intentar subir en pedaleando, ademas de muy muy duro con alforjas, puede llegar a ser peligroso. En las curvas de la carretera ni siquiera pasan a la vez un coche y un autobús, así que imaginaos lo cerca que pasan de los pobres ciclistas que van subiendo con la lengua fuera ...

 

En fin, que no todo en la vida es bici, así que tampoco pasa nada por dar descanso a las posaderas y dedicar el día a caminar.

 

El refugio de Auronzo esta a los pies de las emblemáticas "Tri Cime di Lavaredo". Sin duda una de las formaciones mas famosas de los Dolomitas.

 

 

 

Le Tri Cime di Lavaredo

 

 

Desde allí parten innumerables rutas, que pese a la masificación, merecen la pena.

 

 

 

Vista desde el refugio de Auronzo

 

 

Nosotros andamos hasta la base del Paternkofel, para desde allí ir hasta el refugio de Locatelli, y después rodear las "tres cimas" hasta regresar al refugio de Auronzo. En total recorreríamos unos diez kilómetros bastante llanos y agradables.

 

 

 

Ultimo tramo del rodeo

 

Parando a comer y a hacer fotos cada dos minutos, no nos costaría mas de tres o cuatro horas.

 

 

 

 

Etapa 6: de Dobbiaco a Berg

 

 

 

 

A los pocos kilómetros de salir llegamos a la frontera Austriaca. Hasta Lienz, el camino es bastante cuesta abajo. Rodamos a veinticinco kilómetros por hora sin necesidad de dar pedales. El tramo es casi todo carril bici asfaltado.

 

Lienz es el pueblo mas grande de esta zona, pero es bastante feo. En cuanto entras a Austria los pueblos pierden el encanto que tenían en Italia. Todo esta un poco menos cuidado, los manteles son de plástico, no se, no es lo mismo ...

 

 

Pasado Lienz se acaba el asfalto y predominan los caminos de tierra, y aunque seguimos bajando, la pendiente es mucho menos pronunciada.

 

A nosotros nos hizo calor, muchísimo calor para esta zona. A mediodía rozamos los 40 grados. Cuando rodábamos por el lecho del valle junto a campos de maíz la chicharrina era insoportable, así que se agradecía que de vez en cuando el camino se adentraba por los pinares aunque eso significara alguna que otra cuesta.

 

La etapa termina en Berg, que es un pueblo muy chiquito pero con buenos hoteles (campos de golf, piscina, sauna, etc.). En casi todos te obligan a coger media pensión, y casi mejor, porque así sale mas económico y tampoco es que haya muchas mas alternativas.

 

Como la etapa es siempre cuesta abajo, quizás se podría haber planificado algo mas larga, aunque la verdad es que nosotros, con tanto calor, agradecimos llegar al mediodía y darnos un chapuzón en la piscina.

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Etapa 7: de Berg a Mallnitz

 

 

 

 

Los primeros kilómetros, igual que en el final de la etapa anterior son ligeramente cuesta abajo hasta poco antes de llegar a Lurnfeld, donde giramos dirección a Mollbrucke, y abandonamos al Valle del Drau para remontar el Moell por la ruta del "Alpe Adria Radweg" que ya no abandonaremos hasta el final del viaje en Salzburgo.

 

El Valle del Moell es mas estrecho, mas verde y mas bonito. Las laderas son mas escarpadas y se divisan al fondo cumbres nevadas.

El inicio es llevadero, pero como no hay un carril bici propiamente dicho, enseguida empieza una tortura de caminos que suben y bajan por las laderas de caserío en caserío, con pendientes cortas pero de mas del 15%, a veces de tierra a veces de asfalto.

 

Así algo tocados llegamos a Obervellach. Desde allí tenemos afrontar una dura subida hasta Mallnitz. Hay dos alternativas. La carretera, o un coger un desvío a mas o menos a un kilómetro del pueblo que nos llevara a la estación de tren de Kaponig. Son doce retuertas en tres kilómetros en los que ganaremos mas de 350 metros de altura, así que echar cuentas ... una pendiente media de mas del diez por ciento con las alforjas cargadas.
Lo bueno es que es una subida totalmente asfaltada y sin trafico (el camino no va a ninguna parte), así que puedes ir sufriendo tranquilo, dando bandazos, zigzageando, con toda la calzada para ti solo. Solo hay que tener cuidado con los grupos de ciclistas que lo hacen de bajada.

 

 

 

Esta es la subida; fijaos que lejos se ve el valle abajo del todo ...

 

 

La estación, ahora en desuso, es el inicio de una "vía verde" que va siguiendo una antigua vía férrea y que nos ofrece unas vistas inmejorables de varios valles. Termina en un túnel cerrado ya muy cerquita de Mallnitz, y hay que salvarlo dando un pequeño rodeo por el bosque que os obligara a practicar la conocida variante cicloturista de "empuje-de-bici-mientras-se-jura-en-hebreo". Luego ya solo quedan un par de rampas por si os quedaba algo de ganas y energía, y ya bajar hasta el pueblo.

 

 

 

Vía verde a Mallnitz

 

 

Aun con todo, esta variante es mucho mejor que la carretera, que es igual de dura, y mucho mas fea.

 

Desde Mallnitz ya solo se puede continuar hacia el Norte en tren. El pueblo esta enclavado en un precioso circo de cabecera, rodeado de cumbres que aun en verano conservan palas nevadas. Es un destino bastante popular para ciclistas, que bien llegan en tren cargados con alforjas desde Salzburgo haciendo la Alpe Adria Radweg, o bien en excursión de día que suben en tren desde Obervellach para dejarse caer hacia el valle. Lo que no es tan popular es hacerlo en dirección contraria como nosotros, o por lo menos esos nos sugerían las caras de extrañeza de los que iban de bajada al encontrarse a un par de locos que lo hacían de subida.

 

 

 

Circo de Mallnitz

 

 

Mallnitz es muy concurrido en invierno por los aficionados a los deportes de nieve, así que casi cada casa del pueblo es un hotel o una pensión

 

Al final, después de toda la etapa sufriendo un sol de justicia, llegamos al hotel cuando empezaba una tormenta de aúpa, de la que nos libramos por los pelos.

 

 

 

Etapa 8: de Mallnitz a Bischofshofen

 

 

 

 

Comenzamos la etapa cogiendo el tren portacoches que cruza por un túnel de ocho kilómetros hasta Boeckstein. Funciona con frecuencia horaria, y apenas tarda veinte minutos (cuesta 5€ ciclista y bicicleta). Eso si, no lleguéis con el tiempo justo que cierran las taquillas casi un cuarto de hora antes de la salida.

 

 

Desde Boeckstein descendemos por el Valle de Gasteiner. Aquí los pueblos son mas grandes. Al principio la pendiente es pronunciada y pronto dejamos atrás Bad Gastein y Bad Hofgastein.

 

El carril bici es casi todo asfaltado, aunque con algunos tramos de tierra, y va siempre cercano al río Al final del valle tenemos un par de túneles, el segundo de casi dos kilómetros, que tienen también carril bici y se pasan sin problemas.

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Después giramos a la derecha, en dirección noreste por el Valle del Salzach. Al principio vamos bastante altos por carreteras secundarias con buenas vistas. Son kilómetros rompe-piernas con muchas subidas y bajadas. Luego descendemos hasta Schwarzach, y a partir de allí cogemos un carril bici de tierra que nos lleva llaneando hasta Bischofshofen, un pueblo situado en un bonito enclave entre montañas, pero soso y aburrido (estamos en Austria ...).

 

 

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Etapa 9: de Bischofshofen a Salzburgo

 

 

 

 

La ultima etapa del viaje es sencilla, aunque al inicio tenemos un tramo de mas de ocho kilómetros por el arcén de una carretera, que aunque es verdad que no tiene demasiado trafico y no es en absoluto peligrosa, desmerece un poco el resto de la ruta con tantos y tan buenos kilómetros de carril bici.

 

Después vamos cogiendo caminos rurales hasta encontrar un ultimo tramo de carril bici junto al río que nos llevara hasta el centro Salzburgo. Una ciudad de tamaño medio, bonita y agradable de patear. Con mucho ambiente, gente joven, y una apretada agenda cultural de conciertos, festivales, etc. (no podía ser de otro modo siendo la ciudad natal de Mozart).

Vamos, que no sabíamos mucho sobre ella, y nos sorprendió muy gratamente. Un buen broche final a un viaje que nos salio redondo.

 

 

 

Panorámica del casco antiguo de Salzburgo

 

 

 

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