Me da la impresión que en aquella ocasión formasteis un buen equipo, y al unisono suposteis recalcular la situación y actuar en consecuencia, lo cual tiene un gran merito, a veces rodando con un grupo, pueden salir ciertas asperezas al interactuar con un medio duro y exigente como es el cicloturismo de alforjas, no muchos grupos tienen experiencias tan positivas, y maxime sufriendo tan radical cambio de rumbo.
Sin embargo al rodar solo, necesitas una gran capacidad de autosugestión y superación, ante un problema inesperado.
En el año 2.007 en verano recorri el gran rio Duero desde Soria a Oporto en un recorrido que pudo superar los 900 kilometros, etapa tras etapa fui devorando kilometros y me sentia cada vez mas fuerte, llevaria recorridos unos 7 dias de ruta, cuando iba por Fermoselle cerca se me salio la cadena y se me bloqueo totalmente la rueda, pense que aqui daba el traste mi recorrido, afortunadamente pude reparar el desaguisado y enderezar el desviador de los platos, pero se veia que ese era un dia negro, prosegui mi ruta, en medio de una dura subida, que me hizo sudar la gota gorda, divise una soberbia y sugestiva fuente que manaba en abundancia, con un cartel de AGUA NO POTABLE, hice caso omiso, pues estoy acostumbrado a beber hasta en las charcas de las ranas, y me bebi un par de frescas botijas de agua que me supieron a gloria, y continue mi viaje hasta el final de etapa por los bellos parajes de Los Arribes del Duero, esa noche decidi darme un homenaje en un restaurante con una buena cena, sin embargo mientras estaba devorando unos huevos con bacon y patatas fritas, se me fue de repente el apetito, pense que me habia quedado satisfecho por lo que no tenia mas apetito.
Pero esa noche, se presento ante mi de improviso el maligno, en forma de fiebre, nauseas y diarreas, por lo que me pase casi toda la noche en el baño, al dia siguiente no era ni sombra del animoso biker, del dia anterior, aun asi me obstine en seguir, sin apenas tomar alimento, tan solo yogures, pues la moral estaba por los suelos, aun asi una lucecita brillando en el fondo de mi corazon, me incitaba a continuar, llegue a Figueira de Castelo Rodrigo, donde recurri a buscar soluciones a mis males en una farmacia, intentando hacerme entender con una amable farmaceutica portuguesa, me aferre a aquella pocima con un inusitado deseo de que surgiera efecto, y el gato rabioso que llevaba en el estomago dejara de darme zarpazos a modo de imprevistos retortijones.
Al dia siguiente, continuaba con un estado bastante lamentable, a pesar de que intentaba beber bastante agua mezclada con una solución de glucosa, pero mi cabezoneria, hacia que me negase a abandonar el recorrido, que ahora transcurria por tierras portuguesas avanzando por constantes y largas subidas por agrestes montañas.
Mi calvario duro otros dos dias mas, poco a poco los retortijones se fueron haciendo mas leves, y las fuerzas volvieron a mis castigadas fuerzas, y pude llegar a Oporto mi meta final.
Creo que mi fuerte deseo de seguir, neutralizo a mi cerebro, engañandole para que no me hiciese valorar la gravedad del trance que acababa de pasar, lo que me hace reafirmarme, que cuando se viaja de esta intensa manera, nuestros sentidos estan siempre en alerta, y consiguen interactuar con nuestro fisico con un inexplicable poder de reparadora fuerza de sugestión.
